domingo, 17 de junio de 2012

PREMIO AL FINAL DEL DÍA

Había sido un día intenso y ajetreado en el trabajo. Salí con mi mochila al hombro y al cruzar la puerta la diferencia de temperatura fue como una bofetada en la cara. El ambiente era asfixiante, no se movía una hoja  y el sol aunque declinante en el horizonte brillaba con fuerza. Subí al coche y al arrancar pensé: "tras la clase de pilates a casita, ducha reparadora, pijama y relax".


Aparqué bien y a los quince minutos estaba tumbada en el suelo centrada en mi respiración. Todavía me asombra el efecto que esa hora causa en mi al final de la jornada. Iba yo con mi sonrisa puesta y al salir del centro una suave brisa me acarició; aquello era otra cosa y pensé "esto hay que aprovecharlo", agarré el móvil (ese aparato tan útil en algunas ocasiones)  y ...


- Hola! ya he salido ¿me invitas a una cañita? bueno y si no me invitas ...  pues te invito yo!!
* Ja ja ...  muy bueno. Ve hacia el paseo.
- Vale! voy para allá.


La gente ya iba de retirada hacia sus casas; había que trabajar al día siguiente y los niños todavía tienen colegio.
Era un gusto caminar tranquilamente con la brisa en la cara y alborotándome el pelo .... Eran casi las diez de la noche y aún de día. La terraza esperaba amable y en calma su final de jornada . Yo solamente pensaba en aquella caña fresquita, la tranquilidad del paseo, sentir la brisa y tu compañía.


Imagen y texto: María.

2 comentarios:

  1. Una buena compañía supera con creces y es más gratificante que el mejor de los paraisos.
    ¡MUAC!

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  2. Querido Pedro,
    El paraíso sin un amigo ... debe ser algo muy muy triste, creo yo.
    Besotes!

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