Cae la lluvia
como si a nadie le importara.
Cae triste,
solitaria.
solitaria.
Me gusta la lluvia
y me gusta mirarla.
Cómo cae, cómo juega,
y me gusta mirarla.
Cómo cae, cómo juega,
se desliza entre las hojas,
como patina y resbala.
Me gusta oír su voz,
escucharla;
Unas veces es su voz lastimera,
otras
como si cantara.
Me gusta mojarme
y pasear junto a ella
en silencio,
callada.
escucharla;
Unas veces es su voz lastimera,
otras
como si cantara.
Me gusta mojarme
y pasear junto a ella
en silencio,
callada.
Me gusta la lluvia
y me gusta por sorpresa,
inesperada.
Y el olor a hierba fresca,
a tierra mojada,
y me gusta por sorpresa,
inesperada.
Y el olor a hierba fresca,
a tierra mojada,
El mundo con la carita recién lavada.
Imagen y texto: María.
Coincido con tu gusto por la lluvia, María, pero a estas alturas de mi vida procuro refugiarme y disfrutarla detrás de los cristales.
ResponderEliminarBesos
Imagínate, Francisco, una tarde de lluvia, un buen chubasquero, unas botas de agua y un gorro ... ó un buen paraguas. Y salir con las calles casi vacías, disfrutando de la lluvia, el espacio y ... ¡los charcos!!!
ResponderEliminarAl llegar a casa un buen chocolate calentito ... Hmmmm ¡qué rico!!
Un abrazo.
Eso del chocolatito... es una tentación de lo más pecaminosa!
ResponderEliminarY ahora querría yo un poco de lluvia, tan solo un poquito...!
Muxutxuak, bien acalorados!
;)
qué maravilla, María, qué mnaravilla tus fotops, tus apuntes y la calidez de tu alma.
ResponderEliminarUn abrazo total en ese chocolate del regreso :)
Y qué bueno verte por aquí!!! Te pusiste las botas de siete leguas y cruzaste el charquito.
ResponderEliminarJeje ... Veo que te apuntas al chocolate :)
Un abrazo fuerte.
(hermoso tu poema María)....hazlo, que el silencio es el territorio donde se encuentran las almas con su mejor vestido. Nos veremos siempre en esa esquina, my lady, amiga querida
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